viernes, 14 de enero de 2011

Reflexiones

Ya llevo un buen periodo de tiempo en este país. Me estoy acostumbrando a la manera de vivir aquí y ha sido un proceso bastante natural y tranquilo, en parte por el apoyo incondicional de mi familia brasileña que me ha facilitado mucho las cosas. Hay cosas que me gustan más, otras que me gustan menos, pero no hay nada especialmente raro o malo o que no se pueda entender o que no se pueda aceptar.
He pasado tres meses y una semana en las que poco a poco he ido aprendiendo el idioma, las costumbres, los refranes, los giros y bromas, los "tacos" y las maneras de pensar y entender el mundo de los brasileños de una ciudad pequeña del interior del país. También he tenido la oportunidad de conocer algunas ciudades grandes de este entorno y la megalópolis que hoy en día es Sâo Paulo. He ido hasta el mar, descendiendo por toda la sierra del "Mato Atlántico" y he descubierto cómo es la ciudad que da nombre a la tienda de café que había cerca de mi casa en Vigo: "Campinas de Sâo Paulo".
He intentado integrarme en el modo de trabajar aquí, sin demasiado éxito, porque soy incapaz de trabajar al ritmo de mis compañeros en la Publicenter. He conseguido conocer un poco un barrio popular de Itú, el "Rancho Grande" donde llevo dos meses viviendo y donde ya me empiezan a conocer como "o espanhol" (en la panadería, en el supermercado, en la parada del autobús...). He trabajado desde aquí para España vía Internet.
He sufrido en mis carnes los picotazos de los mosquitos (menudos hijos de puta...) y de la burocracia brasileña (menudos hij... -ya lo dije antes-). Por su culpa, tendré que salir de Brasil a primeros de abril (No, por la culpa de los mosquitos, no)
He conocido el funcionamiento de la Universidad en este país. También he descubierto que el verano aquí no es idílico como creía... Llueve como si el coro de plañideras celestial no tuviese descanso... Y desgraciadamente, tanta lluvia está trayendo desgracias personales a Brasil.
Me he encontrado con gente maravillosa y algún que otro (pocos) mezquino. Me han pedido mi pasaporte en dos ocasiones porque me confunden con un "metaleiro" por mi modo de vestir (casi siempre de negro). He bebido mucha cerveza y mucho chopp, como si no hubiese otra cosa que beber aquí. Y también he descubierto algún buen vino, chileno especialmente. He hecho y he bebido caipirinha... Con "pinga" y no con vodka como hace casi todo el mundo aquí.
He hecho todo eso y alguna cosa más (confesable sólo bajo presión), y sin embargo aún no me siento parte de este lugar bendecido por los dioses. ¿Estaré delirando?

No hay comentarios:

Publicar un comentario